
Mario no dudó en aprovechar la derrota de Arausio y su victoria sobre Yugurta para saltarse de nuevo la tradición y al Senado romano.
Consiguió por medio de la manipulación de los tribunos de la plebe y de la asamblea plebeya, que era la que tenía verdadero poder legislativo de la república ya que el Senado era un mero órgano asesor, que se le permitirá presentarse a las elecciones consulares hasta que derrotara a los cimbrios, además de nombrarlo comandante en jefe del ejército reclutado a tal efecto.
Tras el desastre de Arausio en 105 a. C. Mario no tardó en actuar y por medio de sus tribunos de la plebe y la asamblea plebeya consiguió presentarse a las elecciones para cónsul in absentia, pues aún estaba en África luchando contra Yugarta.
Fue elegido cónsul por segunda vez en 104 a. C. y nombrado comandante en jefe del ejército que debería hacer frente a los germanos y que empezó a reclutar y formar.
Los germanos de nuevo se marcharon, esta vez a hispanos, seguramente, y es mi opinión, a reclutar nuevos efectivos para ahora sí, dar un golpe definitivo a Roma.
Yugurta murió ejecutado ese mismo año ejecutado tras el triunfo celebrado por la victoria de Cayo Mario en Roma.
Mario se hizo cargo del ejército creado apresuradamente por el anterior cónsul Publio Rutilio Rufo para hacer frente al eventual ataque germano y obtenido según la nueva manera entre el censo por cabeza, reforzando con veteranos del ejército de Numidia, licenciado tras la campaña.
Mario se dedicó en pleno a instruir el ejército con una férrea disciplina y continuó entrenamiento, dejando a sus tribunos de la plebe el gobierno de Roma.
En 104 no aparecieron los germanos, Mario debería ahora ser procónsul y estar supeditado a los nuevos cónsules, pero la actitud de Cepio previa a la derrota de 105 a. C. Justificó que Mario optara de nuevo al Consulado, siendo elegido también en 103 a. C.
Mario continuó entrenando su ejército sometiéndolo a una férrea disciplina y a normas durísima. La muerte de su colega en el consulado Lucio Aurelio Orestes, obligó a Mario a regresar a Roma para las elecciones.
En el año 102 a. C. Mario nuevamente fue elegido cónsul, pero los germanos esta vez sí volvieron a Italia.
Esta vez los romanos los esperaban con un ejército mejor equipado como los anteriores, pero mejor entrenado y con una férrea disciplina.
Mario infiltró espías entre los germanos y conocía sus planes. Esta vez los germanos pensaban dar un golpe definitivo a Roma con un ataque conjunto en tenaza sobre el norte de Italia. Pensaban atacar por dos sitios a la vez.
El movimiento planeado sorprendió a Mario, ahora tendría que dividir su ejército en dos para hacer frente a los dos ejércitos germanos y Mario dudaba de la pericia militar de su colega consular Quinto Lutacio Cátulo, un rancio aristócrata, jefe del segundo ejército.
Como todos los movimientos coordinado de grandes concentraciones de tropas que ha habido en la historia, la operación de tenaza germana se descoordinó y el gran ataque sobre Italia se convirtió en una ventaja para los romanos.
El contingente germano se dividió en tres: Los teutones se dirigieron por la costa mediterránea hacía Italia, por el mismo camino que siguió Aníbal. Los Tigurinos atacarían desde el norte, y los cimbrios se dirigieron al noreste, el lado opuesto de la tenaza.
Este movimiento envolvente obligó a Mario, como ya dijimos a, a dividir su ejército. Mario acometió a los teutones que ya se encontraban en la Galia Narbonense, y dejó a Cátulo tras los Alpes en el norte de Italia para hacer frente al primer ejercitó bárbaro que hiciera acto de presencia.
Su plan consistía en derrotar a los teutones y rápidamente unirse a Cátulo para afrontar a los germanos.
En 102 a.C. Mario localizó el ejercitó germano, eligió un lugar elevado cercano a la localidad de Aquaa Sextiae, camino obligado para entrar en Italia y fortificó la posición.
El primer enfrentamiento tuvo lugar por el control del río cercano, el ejercito que controlara el río tendría agua, los romanos se impusieron aquí por primera vez a las avanzadillas de los germanos.
Tras la escaramuza, durante la noche, Mario ocultó en el bosque situado en la planicie que había antes de la colina dónde estaba su fortificado campamento a 3000 hombres al mando de Marco Claudio Marcelo. Tendría que actuar solo cuando recibieran la señal acordada, mientras permanecerían ocultos, evitando ser descubiertos y observando la batalla.
A la mañana siguiente Mario formó a sus legiones sobre la laderas, con la pendiente a su favor y lanzó a la caballería a hostigar a los germanos.
Estos estaban irritados por la perdida del control del río, el ataque la caballería romana los espoleó a avanzar furiosos contra los romanos. Eran tres veces más, eran más altos y fuertes, poco importaba que estuvieran cuesta arriba, poco importaba que fueran disciplinados y estuvieran mejor armados, su fuerza y su numero los barrerían como lo hicieron en el pasado.
El ímpetu germano fue frenado con los pilum romanos y una vez arrojados los pilum, Mario en persona dirigió una carga cuesta abajo de las legiones que hicieron retroceder a los germanos.
En el llanura la cosa cambió, la fuerza, el valor y el número de los germanos hizo que el avance romano se detuviera. Entonces Mario hizo la señal y Claudio irrumpió por la retaguardia germana, sembrando el pánico entre los teutones que comenzaron a huir. Los teutones fueron aniquilados, se hicieron 100.000 prisiones que se vendieron como esclavos y capturaron todo el botín de la tribu.
Por otra parte, las avanzadillas de Cátulo se encontraron con los cimbrios en el paso del Brennero. El imponente número de germanos y el terreno desfavorable hizo que los romanos buscaran fortificarse en una posición más segura a la espera de la llegada de los refuerzos de Cayo Mario. Dejaron el norte de Italia en manos de los germanos que se dedicaron a saquear la zona a voluntad hasta la llegada del invierno, no atacando a los romanos que los esperaban fortificados.
Era evidente que no habría guerra hasta la próxima primavera, Mario se dirigió a Roma donde rechazó un triunfo por su victoria sobre los teutones y fue elegido Cónsul para el año 101 a.C. Y después se dirigió al norte, junto a Cátulo, que ahora era proconsul, para librar la batalla final contra los germanos.
¡Ah!, casi me olvidé de los Tigurinos, la tercera tribu que debía cruzar por el norte, se dispersaron por el camino y desaparecieron.
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